viernes, 6 de noviembre de 2009



Asombra y nos entra la risa floja cuando somos protagonistas de una casualidad que escapa a las leyes de la probabilidad. Las coincidencias que vienen acompañadas de significado son lo que Carl Gustav Jung definió como sincronicidades. Soy una buscadora de casualidades, las escasas ocasiones en las que dos hechos concurren y son significativos para mi, una inmensa alegría me transforma en una máquina de imaginar y anticipar casualidades a cual más extraordinaria. Lástima que no se cumplan mis deseos y las coincidencias aparezcan en contadas ocasiones.

De la enorme casuística sobre esta clase de hechos probados, he escogido dos , el primero de carácter profético y otro que tiene a Lincoln como personaje central.
En 1954, Lester del Rey, escritor de ciencia ficción publicó la novela Misión en la Luna, en la que se leía la siguiente frase:
La nave Apolón se posó en la superficie de la Luna y de ella descendió el comandante Armstrong.

Un estudiante de Harvard se dirigía a su casa para visitar a sus padres, cayó entre dos vagones de ferrocarril en la estación de Jersey City, New Jersey siendo rescatado por un actor que iba camino de Filadelfia para visitar a su hermana. El estudiante era Robert Lincoln, hijo de Abraham Lincoln. El actor era Edwin Booth, el hermano del hombre que unas pocas semanas más tarde asesinaría al padre del estudiante.

Ilustraciones: solapa de libro editado en alemania en 1930 y lámina de Splendor Solis, manuscrito alquímico del siglo XVI en el que se detalla cómo obtener la piedra filosofal,

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